) 54) EDUCACIÓ (IV): "Nuevo curso escolar"

Al comenzar el curso escolar son noticia, año tras año, nuestros insoportables índices de fracaso escolar, nuestra escasa inversión pública en educación, a nuestro capitidisminuido número de universitarios, el deterioro de nuestra educación pública, y suma y sigue. Hoy, en estas líneas, no voy a referirme a tales factores, aún reconociendo su importancia, sino a otra realidad: la escasa implicación de los padres/madres en la educación de sus hijos/hijas .
Según el último número de la revista Quaderns Gadeso más de la mitad de los padres, y un tercio de las madres, admiten que no tienen tiempo para compartir actividades con sus hijos. Más aún, el escaso tiempo disponible se concreta en “ver juntos” la televisión. Pero otras actividades, como el juego, es poco compartido.
El modelo de familia está experimentando profundas transformaciones. La mujer se ha incorporado al mercado de trabajo. La familia “extensa” (abuelos, abuelas, tíos, tías...) se está diluyendo. El acceso a los bienes y servicios, léase consumo, forma parte sustancial de nuestro modo de vida. Podríamos continuar. Todas estas realidades vitales difícilmente encajan con modelos “mentales” y sistemas educativos pensado en clave del finiquitado siglo XX. El ejemplo es fácil. Es frecuente que madre y padre tengan un horario laboral partido. Cuando su hijo/hija sale del colegio sus progenitores están currando. Frente a tal situación caben varias soluciones (¿): Si tienen recursos los matriculan en actividades extraescolares, si no cuentan con pela suficiente (supuesto que ya no pueden contar con abuelos o similares) les facilitan la posibilidad de jugar en una zona verde cercana, y si son un tanto mayorcitos tienen acceso a las llaves de la casa.
Dicho lo dicho, podría parecer que pretendo transferir una añoranza del modelo “tradicional” de familia. No es así. El problema, entre otros, es que malconvive el nuevo modelo familiar con valores y actitudes “antiguas”.Así, a pesar de que la mujer trabaje fuera de casa y su salario sea en muchos casos fundamental para llegar a fin de mes, sigue recayendo sobre ella toda la responsabilidad de los “asuntos familiares” (hijos incluidos), mientras su marido a lo más colabora. Por otra parte la organización del trabajo, incluidos sus horarios, poco o nada tienen que ver con la actual estructura social, incluida la familiar. La conciliación de la vida laboral y familiar, aún considerando positivas algunas recientes leyes, sigue siendo un deseo. Sin olvidar que la economía doméstica, instalada en la deuda y no en el ahorro, obliga en muchos casos a “trabajillos extras” para hacer frente a la hipoteca, a las letras y a la tarjeta de crédito. Todos estos factores impiden dedicar tiempo a nuestros hijos.
Frente a tal situación los padres mal convivimos con unos hijos/hijas que no comprendemos, con los que no nos comunicamos, y que pretendemos complacer comprándoles una moto o un móvil último modelo. Más aún, culpamos sin más al sistema educativo, a la escuela y a los maestros de todos y cada de los males de nuestros hijos. Evidentemente la comunidad educativa es corresponsable de la formación de nuestros hijos, pero la familia es la otra parte alícuota.
Para concluir les digo más: el fracaso educativo de nuestros niños, adolescentes y jóvenes, es sin duda el fracaso del sistema educativo. Pero también de sus familias, y del conjunto de la sociedad. Sin “capital humano” (conocimientos, actitudes, herramientas y valores) no hay futuro.

Educació

Tarabini, Antoni | Diario de Mallorca - 11-IX-2008