) 218) Educació (III): Déficit en educación

LOS datos no engañan. Por mucho que se maquillen las cifras buscando un ángulo favorable, España sigue a la cola de los índices internacionales en materia educativa. Ayer se dio a conocer el informe de la OCDE con las cifras correspondientes a 2007. Nuestro país sólo está por delante de México y de Portugal en el porcentaje de alumnos que superan el nivel de enseñanza obligatoria, puesto que la mitad de los españoles interrumpe su formación en esa fase, frente al 31 por ciento en el conjunto de la OCDE. También estamos muy por debajo en estudiantes que alcanzan el grado de Secundaria no obligatoria (22 por ciento, frente al 42 por ciento), aunque curiosamente el nivel es superior en dos puntos (29 frente a 27) cuando se refiere a títulos universitarios. De cara al futuro hay que tener presente que nos faltan todavía once puntos porcentuales para alcanzar el objetivo de la UE sobre títulos de Bachiller en 2010. El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, prefiere valorar este informe con un optimismo moderado, pero las buenas palabras no se corresponden con los hechos. La necesidad de un pacto educativo es ya un clamor en la comunidad escolar y en el conjunto de la sociedad española. Políticos, empresarios, profesores y expertos han expuesto su criterio unánime al respecto en las páginas de ABC. La iniciativa corresponde ahora al Ejecutivo, aunque la alusión genérica de Rodríguez Zapatero en el mitin de Rodiezmo no invita precisamente al optimismo, más aún si tenemos en cuenta que Grupo Socialista ya rechazó una mocíón del PP para combatir el abandono escolar. Los particularismos autonómicos alientan, además, una serie de recelos competenciales que dificultan en la práctica cualquier proyecto razonable. Sin embargo, las cosas no pueden seguir así. Las leyes se suceden a tal velocidad que algunas nunca llegan a ser aplicadas y entre padres, profesores y alumnos cunde la desmoralización y el desencanto, que se traducen en índices inaceptables de fracaso escolar. Hay que reforzar el sentido de la responsabilidad en los jóvenes y valorar el trabajo bien hecho a la vez que se les ofrecen una enseñanza de calidad y unas expectativas de promoción personal. De lo contrario surgirán tendencias antisociales que generan graves problemas para la convivencia ciudadana. La OCDE se limita a constatar la evidencia de que nuestro sistema educativo sufre todavía carencias muy graves. El Ministerio de Educación tiene que presentar cuanto antes una hoja de ruta para poner en marcha el pacto imprescindible. Un adolescente que entra en la dinámica del fracaso escolar es un candidato a desarrollar comportamientos perjudiciales para él mismo, para la familia y para toda la sociedad. Las aulas son un factor determinante para el despliegue de la personalidad y para la integración en el mercado laboral, una tendencia que se incrementa incluso en la actual sociedad del conocimiento. No es suficiente repartir ordenadores si no se ofrece a los jóvenes usuarios un proyecto de vida que suponga una buena preparación académica y unas pautas sensatas de conducta cívica. En este contexto, conviene resaltar otro dato esencial del informe: el conjunto del gasto público en Educación se sitúa en España en el 4.3 por ciento del PIB, muy lejos del 5.2 de media. Sin dejar de reconocer la mejoría, es preferible ser realistas y no alimentar un optimismo voluntarista pero con escaso fundamento.

Educació

Editorial - ABC | ABC - 11-IX-2009