) 266) L´Església i l´avortament (I): "Recesión en valores y principios"

El estudio sobre la evolución de la familia en Europa 2009, presentado ayer en el Parlamento Europeo, ofrece una completa y significativa radiografía social a la que hasta ahora se ha preferido dar la espalda desde una buena parte de los poderes públicos. En líneas generales, el deterioro en valores y principios en la UE es una evidencia constatable con las estadísticas en la mano. Como cabía esperar a la vista de las políticas desarrolladas en este ámbito por el Gobierno socialista, nuestro país presenta una situación especialmente crítica en los fundamentos morales que estructuran una sociedad. Según este documento, España es el país de la UE donde más ha aumentado el número de abortos y de divorcios, teniendo en cuenta que también ha aumentado en el continente. Los datos son descorazonadores. Las interrupciones voluntarias del embarazo se han duplicado en diez años. Especialmente sintomático es que cada tres minutos aborte una joven en el territorio europeo, lo que demuestra que la sociedad se dirige atropelladamente hacia el abismo, alentada por legislaciones abortistas como la española. El panorama no es mejor en cuanto a las rupturas matrimoniales. Tres de cada cuatro matrimonios acaban en divorcio en España, que también progresa aceleradamente en esta clasificación. En Europa hoy, el número de individuos solteros casi alcanza al de casados. El estudio recoge la caída de la natalidad en el continente, donde nacen 775.000 niños menos que hace 20 años, y el consiguiente envejecimiento de la población. Hasta el punto de que los mayores de 65 años ya superan a la población de menos de 14. Instalados en un invierno demográfico, y sin políticas que reconduzcan este desequilibrio, el futuro será insostenible. Todo este catálogo de disfunciones constituyen síntomas de una sociedad en declive, huérfana de referentes morales sobre los que asentar su desarrollo de presente y futuro. De este desalentador panorama hay causas y responsables. Evidentemente, una comunidad denominada próspera, que arrastra en su progreso más abortos, más divorcios, menos familia y menos nacimientos, es la consecuencia de unas políticas sociales determinadas que han apostado por socavar el concepto de la familia tradicional y de sus principios con todo lo que ello supone. En Europa, nuestro Gobierno se ha convertido en el adalid de un relativismo moral que no podía salir gratis y cuyos perjuicios pueden ser aún más dramáticos. Medidas como el aborto libre, el divorcio exprés, la equiparación a matrimonio de la pareja homosexual o el desamparo público de la natalidad en el país de las subvenciones retratan a la actual Administración socialista, que ha utilizado su colaboración con los partidos radicales para imponer una nueva moral pública a los ciudadanos, con el agravante incluido de que alguna de esas reformas no formaban parte de su programa electoral. Las sociedades desestructuradas, en crisis de valores, no sólo padecen los daños en la esfera de lo moral, sino que trascienden a lo económico. España debe aprender de sus errores y asumir que está obligada a emprender una regeneración pública y moral con la familia como fundamento. El Gobierno, cualquiera que sea, está obligado a apostar por la familia, por sus valores esenciales. Se trata de fortalecer y cohesionar la sociedad para que esté en disposición de afrontar nuevos retos. Si los principios éticos se desmoronan y se desprotege la célula básica de la sociedad, incluso el Estado del Bienestar estará amenazado.

Religió

Editorial - La Razón | La Razón - 12-XI-2009