) 478) Competitividad

El último informe de coyuntura del CRE, dirigido por Antoni Riera, revisa a la baja el crecimiento de nuestra economía para 2010 pasándolo del –0,3 por ciento a un – 1 por ciento. La causa es que nuestra economía se ha estancado, especialmente por nuestra falta de competitividad y productividad. Tales déficits se sitúan básicamente en nuestro sector turístico, especialmente frente a los destinos turísticos alternativos. El tema no es baladí porque el sector turístico, una realidad que es (o debería ser) más amplia que el subsector de alojamientos y que exige una mayor y mejor diversidad de nuestros productos turísticos, sigue siendo nuestra actividad productiva fundamental. Lo que también supone (o debería suponer) que deban propiciarse otros “nichos” productivos complementarios, así como apostar por una implantación real de las innovaciones tecnológicas y de I+D en nuestra red empresarial, incluida la turística.
¿Por qué no es competitiva nuestra actividad turística? Sin duda tenemos factores positivos: las conexiones aéreas con nuestros principales mercados, un reconocimiento entre los TT.OO. e incluso entre los clientes de que las Balears (especialmente Mallorca y Eivissa) siguen siendo referentes en el denominado turismo vacacional, especialmente en los meses punta de verano… Pero tales fortalezas pueden verse neutralizadas por otros factores negativos. Una oferta escasamente diversificada y peor promocionada y comercializada, unas zonas turísticas “maduras” con síntomas evidentes de obsolescencia, una planta hotelera (¡hay dignas excepciones!) cuyos estándares no corresponden a las exigencias de la demanda y que los nuevos destinos ofrecen, una oferta complementaria repetitiva y cara, una estacionalidad creciente… Frente a tal situación, reconocida por una parte de nuestro empresariado, nos vemos obligados a luchar a pelo en los mercados compitiendo en precio y en contrataciones de último momento.
Frente a la situación, ¿cómo podemos ser productivos? Por principio es prácticamente imposible ser productivo en una empresa no competitiva. A no ser que apliquemos “productividades” atípicas. Podemos intentar asegurar una rentabilidad empresarial (o cuanto menos, no entrar en pérdidas) en base a una ocupación intensiva en los meses “clave”, aunque sea a bajos precios. También podemos apostar por productos tales como el “todo incluido”, en establecimientos con características absolutamente negativas para tal tipo de ofertas. Pueden implantarse estrategias comerciales basadas en “retener” a los clientes en los hoteles buscando su rentabilidad (¿) en su consumo interno. También podemos intentar reducir nuestros costes de personal, mediante reducción de personal, y/o aumentando la carga de trabajo en los fijos discontinuos aunque suponga una disminución en la calidad…
El Govern parece que quiere implicarse en una reconversión profunda de nuestro actual modelo económico, y más concretamente el turístico. No lo tiene fácil en unos momentos de vacas flacuchas en las arcas públicas, con unas políticas restrictivas en las entidades financieras, y con un sector empresarial con dificultades de inversión.
La escasez de recursos públicos supone, además de cubrir las demandas sociales básicas, priorizar las inversiones públicas (govern, consells y Ayuntamientos) en actuaciones que repercutan en la mejora de nuestras infraestructuras, equipamientos y servicios. Pero tales esfuerzos pueden resultar relativamente inútiles si no se produce simultáneamente la complicidad de la iniciativa privada. Desde la Administración Central y desde el Govern se han puesto en marcha instrumentos para facilitar la inversión privada destinada a la reconversión (¡no sólo simple mantenimiento!) de sus establecimientos (Renove, Future, última modificación del denominado Decreto Nadal, ICO…). Pero la realidad, según los resultados de la recién celebrada reunión entre el Govern, el sector turístico y las entidades financieras, es que los créditos a la inversión a bajo interés no han sido utilizados con la intensidad prevista, e incluso se han producido casos donde tales créditos a la inversión se han destinado a mejorar el circulante de la empresa.
Las entidades financieras, después de sus alegrías crediticias durante años, no parecen muy entusiasmadas en facilitar líneas de crédito a la inversión (¡ni a renovar pólizas!) sin unas garantías muy sólidas, especialmente a las pequeñas y medianas empresas que constituyen la mayoría de nuestro tejido productivo. Por otra parte, según el Presidente de los hoteleros de Mallorca, lo que ha ocurrido es que el acceso a tales créditos de inversión se ha retrasado temporalmente dado que las economías empresariales no son precisamente boyantes. Puede que tal explicación sea coherente, al menos en determinados casos, especialmente donde el precio marca la contratación, lo que puede suponer escasa capacidad de inversión. Pero la mejor imagen para describir la situación es la del pez que se come la cola. Con tales precios, con la competencia existente y otros imputs, resulta difícil invertir, pero sin una relativa inversión pública y privada que signifique una reconversión y diversificación de nuestra oferta difícilmente seremos competitivos.
Nuestro actual sistema productivo, en buena medida, está fuera de mercado. No son fáciles los caminos hacia una reconversión de nuestra economía, especialmente de nuestro sector turístico, con criterios de competitividad y productividad. Pero la dificultad real no niega su necesidad. Quizás no pueden aplicarse medidas definitivas en un año, pero puede comenzar a recorrer el camino en determinadas inversiones públicas y privadas que cuanto menos estén orientadas en la buena dirección. Tenemos mimbres para reconvertir el cesto. Lo necesario es que rememos, como mínimo, en la misma dirección, y tener asumido que nuestras dificultades actuales no son coyunturales y que no volverán aquellos “felices buenos tiempos”.

Turisme

Tarabini, Antoni | Diario de Mallorca - 26-VII-2010