606) Qué votar

Hace unas semanas, con la campaña electoral asomando ya por el horizonte, saqué en este mismo diario una cuartilla en la que pedía que se incorporase al reglamento el voto negativo como alternativa al sistema de siempre y con el fin de evitar una abstención monstruosa como la que auguran que se nos echa encima. El caso que se le hizo a esa propuesta fue el normal: ninguno. Como estoy acostumbrado a que suceda eso con mis ideas, ni me extrañó ni me rasgué las vestiduras más de lo que ya lo están. Pero he visto con no poca alegría y esperanza que el electorado remiso a seguir las pautas establecidas por la costumbre perezosa comienza a moverse. Las propuestas son diversas y ninguna de ellas apunta, que yo sepa, a la idea del voto negativo que proponía en mi columna. Lo más cercano es un foro de esos del universo virtual, el de wiki.nolesvotes.org, que pide que no se den las papeletas ni a socialistas, ni a populares ni a convergentes-y-unionistas. Pero también aparecen iniciativas en plan más creativo.

Dos llaman en especial la atención. La de "Democracia real, ya", que ha convocado para el domingo próximo una manifestación de rechazo a lo que estamos viviendo. Se dirige a los desempleados, a los mileuristas, a los subcontratados, a los precarios y a los jóvenes, sin más; con que un porcentaje mínimo de esos colectivos responda, la muchedumbre reunida puede dejar en grupito de amigos las jornadas de azote al gobierno que hacen de vez en cuando los obispos. La segunda de las alternativas hacia un cambio real en el mecanismo del voto es aún más interesante y obedece al nombre de Ciudadanos en Blanco. Pretende que esos votos, los que se dan en blanco, cuenten a los efectos de asignar escaños que, claro es, quedarían vacíos. Entretanto, y mientras el reglamento electoral sea el mismo de siempre, la plataforma presentará una lista de candidatos comprometiéndose, si saca algún diputado, concejal o consejero, a no participar en las instituciones.

Sigo pensando que el voto negativo es una fórmula más eficaz para expresar un rechazo directo y computable de forma fácil. Pero la idea de transformar los votos en blanco en escaños merece ser tomada en cuenta y discutida, en especial por aquellos que cuentan con los medios de reforma del sistema actual. Cualquier cosa vale la pena si se lleva a cabo con el fin de lograr que los ciudadanos no pasen de las elecciones para luego quejarse de lo que nos sucede. De hecho, si el mecanismo se trasladase a la propia abstención traduciéndola en escaños o, mejor dicho, en no-escaños, el abanico parlamentario sería mucho más real aunque, ¡ay!, aprobar una ley resultaría en ese caso una tarea bien incierta; en especial, las que exijan mayoría cualificada. Tal vez sea ir demasiado lejos. Pero considerar opciones diferentes a las que se manejan ahora es una buena manera de sacudir el tedio ciudadano. La actividad política no sólo consiste en ir a votar sino también en evitar que, merced a nuestra indiferencia, se nos imponga lo que votan los otros.

Política

Cela Conde, Camilo José | Diario de Mallorca - 13-V-2011