632) La crisis en la zona euro es política

Esta crisis no es económica sino esencialmente política. Si se aceptasen las transferencias fiscales desaparecería rápidamente. Hay que tener en cuenta que la zona euro en conjunto tiene deuda o déficit público muy por debajo de Estados Unidos o Japón, pero los inversores hacen caso omiso de la agregación. Ello explica por qué Grecia, apenas el 3% del PIB de la zona euro, puede poner en peligro el proyecto de moneda única.
De hecho, un impago de deuda soberana griega produciría un colapso del sistema bancario, con inevitables consecuencias sistémicas en la banca de toda la zona euro. De hecho, Grecia está atrapada en recesión desde el tercer trimestre de 2008, con una corrección presupuestaria posterior que pesa demasiado y retarda su recuperación. Su debilidad afecta a ingresos fiscales y los objetivos presupuestarios no se están cumpliendo, lo que requiere más correcciones presupuestarias. Ello ha afectado a las conversaciones con la troika integrada por Comisión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI) y puede bloquear el proceso de adopción de reformas del EFSF (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera) en los Parlamentos europeos.
Además, el deterioro en Europa puede desencadenar una espiral de depresión similar a la de Grecia. Por tanto, la crisis europea ha entrado en una fase muy crítica, que puede causar contaminación a gran escala y poner a prueba las respuestas hasta el momento. Además, la reforma fiscal ha empezado a hacer mella en países más endeudados y la fatiga del rescate en países acreedores, habiéndose reducido drásticamente el margen de maniobra. En este contexto, el BCE parece ser el último recurso, pero su capacidad de actuar eficazmente puede verse perjudicada por la dificultad de consenso. La falta de opciones, por tanto, ha aumentado considerablemente la probabilidad de ruptura del euro.
El segundo paquete de rescate griego de 115.000 millones de euros hasta 2014 no aborda el problema de solvencia y expone a Europa a críticas de tirar dinero bueno tras malo. Así, un acuerdo limitado a soluciones de mínimos puede ser devastador y favorecer los habituales refugios seguros (tesorería, bonos, oro).
Un acuerdo más ambicioso implica transferencias fiscales, incluso a países distintos de Grecia, un importante punto de inflexión en la crisis. Puede generar apreciación del euro, subida de tipos de interés alemanes y reducción de diferenciales de interés de la periferia. Se beneficiarían activos de más riesgo, acciones, en particular de bancos, así como bonos de países de la periferia europea.
En este sentido, la recompra de deuda a descuento en el mercado secundario por una institución europea, como el EFSF, representa una mejora significativa pues es necesario ampliar los medios de actuación o que esta institución preste temporalmente, como en el caso de líneas de crédito flexible del FMI Flexible Credit Line, empleado con éxito en países emergentes en la crisis de 2008. Esta solución puede ayudar a prevenir contagio, aunque con pros y contras. Además, la emisión de eurobonos sería un gran paso hacia la integración fiscal, pero parece fuera del alcance político. La solución definitiva es la reestructuración de la deuda griega tras la puesta en marcha del mecanismo de resolución de crisis permanente (ESM) para 2013 y que Grecia haya alcanzado superávit primario (sin pagos de interés y costes financieros).
El balón se halla, más que nunca, en el campo de los políticos. La corrección de lagunas de la Unión Monetaria implica medidas decisivas. La crisis ha demostrado que el sobreendeudamiento de un Estado no es necesariamente debido a falta de disciplina fiscal. Es el caso de Irlanda, cuyo sistema bancario hipertrofiado era demasiado grande. Hay que establecer un mecanismo específico bancario, con inyección de capitales públicos solo cuando se hayan agotado las posibilidades de participación de acreedores. Ello requiere un auténtico organismo europeo de supervisión -lo lleva a cabo de forma imperfecta el Consejo Europeo de Riesgo Sistémico-.
Finalmente, habrá que tratar diferencias de competitividad. Su ajuste con el método alemán -basado en presión a la baja en precios y salarios- es sumamente doloroso. Debe completarse con inversiones centradas en economías que se han quedado rezagadas.

Economia

Durante, Jean-Pierre | Cinco Días - 16-IX-2011