676) El PSOE del siglo XXI

PSOE ha sufrido una dura derrota electoral, cuyas causas van más allá de las consecuencias de la crisis económica. Las transformaciones sociales, políticas y económicas que se han producido en los últimos años exigen cambios en el PSOE, para presentar a los españoles un programa para el siglo XXI y una organización capaz de ser el instrumento adecuado para llevarlo a cabo. Cambios que se han ido posponiendo en el tiempo y que el resultado electoral del 20 de noviembre hace más urgentes. El socialismo español es un ejemplo del tesón y de la capacidad de sacrificio de sus fundadores y afiliados, ante las enormes dificultades que fue preciso vencer para poder implantarse y desarrollarse. La larga historia del PSOE enseña que hay que ser conscientes de la situación en la que se encuentra hoy en día, pero sin dramatizar.

En estos momentos, lo primero que es necesario es analizar qué es lo que está pasando, para posteriormente definir cuál es el proyecto para el siglo XXI y con qué instrumento, es decir, con qué tipo de modelo de partido se puede llevar adelante. En los últimos años se ha venido produciendo un alejamiento del PSOE de su electorado y sus necesidades. Los procesos de indefinición ideológica, desde los que se postulaban “viajes al centro” o pragmatismos electorales de tipo social-radical, junto a la confusión ideológica que se ha creado intentando acoplar el socialismo –que es solidario– con el nacionalismo –que es decididamente egoísta– han ido alejando a amplios sectores de la sociedad del partido socialista. Además, todo esto ha tenido lugar en un contexto donde la desconfianza hacia la política tiende a ir en aumento.

Son diversas las causas que han llevado a los ciudadanos a alejarse y desconfiar de los partidos políticos: corrupción, indefinición ideológica y programática, burocratización de la estructura orgánica y profesionalización de la política, renuncia a los propósitos de transformación social ante la primacía del cortoplacismo de los resultados y las encuestas, subordinación de la organización y sus militantes a las decisiones de sus líderes y a las imposiciones e interferencias externas, dificultades de interlocución y de presencia en sociedades cada vez más complejas y fraccionadas, diferencias visibles entre lo que se dice en los discursos y lo que se hace en los gobiernos, etc. De todas estas razones, la más terrible es que muchos ciudadanos creen que los partidos no escuchan sus opiniones y hacen lo que quieren. El PSOE tiene que superar estas disfunciones y la falta de credibilidad que se detecta, para situarse de nuevo a la vanguardia en la lucha por los objetivos de la modernización y el bienestar social, ofreciendo soluciones a las necesidades y expectativas de los ciudadanos. Ni refundaciones adanistas ni giros totales, el PSOE tiene que ser un partido serio y creíble, con un proyecto nacional e internacional que sea genuinamente socialdemócrata.

Pero, ¿cuál es el proyecto socialdemócrata para el siglo XXI? Debe ser un proyecto de mayorías que genere ilusión y apoyos y que ofrezca seguridades a los ciudadanos, desde los valores de la libertad, la igualdad y la justicia social. El PSOE, desde sus raíces obreras y socialdemócratas, a lo largo de su historia se comprometió claramente con una gran causa social y con tres procesos políticos de alcance en la historia de España. La gran causa social, de carácter constitutivo, fue la defensa de los intereses y necesidades de los trabajadores y de los sectores más débiles de la sociedad.

El primer gran proceso político en el que el PSOE alcanza gran relieve fue la conjunción republicano-socialista y las elecciones municipales que trajeron la II República. El segundo gran momento de consolidación de su credibilidad y su fortaleza política fue la Transición Democrática, donde supo dotarse de un objetivo y un relato que le permitió conectar con amplios sectores de la población, dando forma a un proyecto nacional que consiguió ser también internacional. El tercer gran proceso se plasma en el año 1982, en el que el PSOE presenta un proyecto de consolidación de la democracia, de modernización y de europeización de España, junto con el impulso de políticas sociales propias del Estado de Bienestar europeo. Con el progresivo cumplimiento de dicho proyecto, conforme progresaba España y cambiaba la sociedad, el PSOE no ha sabido construir un nuevo relato-proyecto potente que identifique claramente el papel que tiene que representar la socialdemocracia en una sociedad globalizada, a la vez que, con el tiempo, ha acabado incurriendo en no pocas contradicciones e insuficiencias en su papel de definir un modelo alternativo de economía. En esta perspectiva, el XXXVIII Congreso del PSOE no puede ser en sí mismo la meta, sino el comienzo de una nueva etapa en el desarrollo e impulso de un nuevo proyecto socialista de mayorías que, como en otros momentos de la historia de España, enlace con los anhelos de una gran mayoría de españoles para transformar la sociedad y avanzar hacia una sociedad menos desigualitaria y fragmentada. Para lograr tal objetivo, sería necesario que, tras el Congreso de febrero, se pusiera en marcha un proceso como el Programa 2000, en el que participaron más de un millón de personas, y del que tendría que salir el programa- proyecto socialdemócrata para l siglo XXI (fundamentos ideológicos y programáticos y grandes objetivos), en la perspectiva de una mayor igualdad en el sentidoamplio de la expresión.

En esta perspectiva, especialmente importante es el objetivo de ampliar sustancialmente las oportunidades de empleo, en sociedades que si no lo consiguen y si cuentan con millones de personas desempleadas están abocadas al fracaso. También será necesario precisar cómo se puede avanzar hacia una más completa democracia. El PSOE ha sido una pieza clave en la historia reciente de España, por lo que en la definición de su nuevo proyecto necesita adecuar su organización para que pueda cumplir su papel de instrumento apropiado para llevar a cabo su nuevo proyecto histórico. Lo que actualmente se precisa es un partido eficaz e implicativo, adaptado a los nuevos tiempos y a su propósito social transformador. Desde su autonomía –y con una verdadera autonomía de otros poderes y grupos de presión–, eso significa mayor protagonismo de los militantes, mejor democracia interna y cercanía con los ciudadanos. La socialdemocracia del siglo XXI tiene que ser protagonista en la meta de globalizar la política para regular la economía. Tiene que ser una fuerza política autónoma y dialogante, con capacidad para impulsar grandes acuerdos de interés general, con estructuras democráticas internas que sean solventes y en las que se decida transparentemente cuáles son las orientaciones, los programas y el desarrollo del proyecto, teniendo en consideración las aspiraciones de la sociedad, pero sabiendo que su programa no puede ser la suma de las demandas de todo tipo de sectores sociales, porque eso no da lugar a un proyecto eficaz con capacidad de representar a una mayoría social.

El PSOE del futuro tiene que ser un partido con una definición ideológica clara, en el que el debate programático tenga un papel central y donde el pluralismo interno sea un medio para concitar el apoyo de amplias mayorías, en una sociedad tan diversa como la actual. Un partido que modernice sus estructuras, introduciendo nuevas formas de participación, y que sea capaz de mejorar y ampliar su presencia en las grandes ciudades. Un partido que aproveche las potencialidades de las nuevas tecnologías. Y un partido, en suma, que para tener éxito en sus objetivos debe incardinarse en un gran proyecto internacional, capaz de operar a través de un verdadero Partido Socialista Europeo, siendo conscientes de que o Europa está unida y reacciona, o permanece desunida y al pairo, y se hunde. El camino de los cambios en el PSOE no es un camino fácil ni de recorrido corto, pero es el momento de construir un nuevo gran proyecto socialista para el siglo XXI, que conecte con las esperanzas y necesidades de una gran mayoría de ciudadanos. Ese camino se deberá recorrer con tesón y con el optimismo de la voluntad y la conciencia de la necesidad, sabiendo que dicha senda es la que ha seguido el PSOE a lo largo de la historia reciente de España, aportando su proyecto y su trabajo como una gran fuerza social y política, que quiere ser un partido de mayorías y de gobierno, capaz de contribuir al progreso y a la modernización de España, y al bienestar social de los españoles.

Política

Editorial | Temas - 3-II-2012